lunes, 6 de abril de 2015

La Dama de Shalott

La Dama de Shalott: y otros Poemas (En Papel), de Alfred Lord Tennyson


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Datos del libro
Título Original: The Lady of Shalott
Editorial: PRE-TEXTOS
Publicación: 2002
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
Nº de páginas: 172 págs.
ISBN: 9788481914580
 
La dama de Shalott (The lady of Shalott) es un poema mitológico del poeta inglés Alfred Tennyson, publicado en 1833 y perfeccionado en 1842. El poema se inspira en las leyendas artúricas, faceta que fascinaba a Lord Tennyson, basándose en la figura mítica de Elaine de Astolat quien muere de pena al ser rechazada por Sir Lancelot. Sin embargo, la Dama de Shalott no tiene demasiado en común con Elaine de Astolat, exceptuando la presencia decisiva de Lancelot y ciertos detalles casi simbólicos, como los lirios o azucenas, asociados a ambas.
 
Sinopsis
 
El poema, en forma de balada o romance tradicional, nos cuenta la historia de la Dama confinada en la Isla de Shalott. La Dama que carece de nombre, estaba prisionera en una torre situada en la isla del mismo nombre, rodeada por un río que conducía a la ciudad de Camelot. Nadie la había visto jamás y nadie conocía de su existencia, únicamente los segadores, cuando estaban cortando la cebada de los alrededores, escuchaban un hermoso canto que asemejaban a un hada.
 
En su prisión, la joven tejía noche y día. Un día, un susurro le advirtió que una maldición caería sobre ella si miraba hacia Camelot, aunque desconocía en qué consistía la maldición, tejía  sin parar sin preocuparse de nada más.
 
Su contacto con el mundo era a través de un espejo que colgaba ante ella, en el que  observaba la ciudad de Camelot indirectamente, librándose así de las consecuencias de la maldición. Tanto la ciudad como sus habitantes fascinaban a la Dama, así tejía a modo de lienzo todo lo que veía a través del espejo. Un día, vió al apuesto Lancelot y se enamoró de él, entonces dejó de tejer y, sin poder evitarlo, miró hacia Camelot, cayendo sobre ella en ese mismo instante la maldición: el espejo se quebró de lado a lado, la tela salió volando y ondeó en el vacío.
 
La Dama descendió de la torre y halló una barca que flotaba junto al tronco de un sauce, y alrededor de la proa escribió “La Dama de Shallot”. Hacia la noche, la amarra soltó y la corriente del río que conducía a Camelot, la arrastró mientras cantaba su última canción, su sangre se heló lentamente, y sus ojos se oscurecieron por completo vueltos hacia las torres de Camelot.
 
Para el momento en que la proa alcanza las tierras de Camelot, la dama de blanco había muerto, luego allí, frente a su cuerpo, Lancelot dijo: - “Tiene un rostro hermoso; Dios, en su bondad, la llenó de gracia, a la Dama de Shallot”.
 
 
El poema de Lord Tennyson: La Dama de Shalott

I parte


A ambos lados del río se despliegan
anchos campos de cebada y centeno,
que decoran la tierra y se reúnen con el cielo;
y a través del campo se extiende el camino
que va hacia las torres de Camelot;
y la gente va y viene,
contemplando el lugar donde se balancean los lirios
alrededor de la isla de allí abajo,
la isla de Shallot. 


Los sauces palidecen, tiemblan los álamos,
Las leves brisas se ensombrecen y tiemblan
en las olas que discurren sin cesar
por el río que rodea la isla
fluyendo hacia Camelot.
 
Cuatro muros grises y cuatro torres grises,
dominan un lugar rebosante de flores,
y la silenciosa isla aprisiona
a la Dama de Shallot.
 
Por la orilla, cubiertas por los sauces,
se deslizan las pesadas barcazas
tiradas por lentos caballos; e ignorada
navega la chalupa con revoltosa vela de seda
rasurando las aguas hacia Camelot:
pero, ¿Quién la ha visto agitando su mano?
¿O asomada en el marco de la ventana?
¿Acaso es conocida en todo el reino
la Dama de Shallot?
 
Sólo los segadores, segando temprano
entre la espesura de cebada,
escuchan un canto que resuena vivamente
desde el río transparente que serpea,
hacia las torres de Camelot:
Y a la luz de la luna, el cansado segador,
apilando los fajos en aireadas mesetas,
al escucharla, murmura: “Es el hada
Dama de Shallot”. 

II parte
 
Allí, noche y día, teje
un mágico lienzo de alegres colores.
 
Ha oído un susurro advirtiéndole
que una maldición caerá sobre ella
si mira hacia Camelot.
 
Desconoce el tipo de que maldición es,
y debido a ello teje sin parar,
sin preocuparse de nada más,
la Dama de Shallot.
 
Y moviéndose a través de un cristalino espejo
colgado todo el año ante ella,
aparecen las tinieblas del mundo.
 
Ve la cercana calzada
discurriendo hacia Camelot:
ve los arremolinados torbellinos del río,
los rudos patanes pueblerinos,
y las capas rojas de las muchachas,
provenientes de Shallot.
 
A veces, un grupo de alegres damiselas,
un abad deambulando,
a veces, un pastorcillo con bucles en el pelo,
o un paje con melena y vestido carmesí,
van hacia las torres de Camelot;
 
Y a veces, a través del azul espejo
los caballeros vienen cabalgando en pares:
No tiene un caballero leal y franco,
la Dama de Shallot.
 
Pero aún gozando en tejer
en su lienzo las visiones del mágico espejo,
-cuando a menudo en las noches silenciosas
un funeral, con velas, penachos
y música, se dirigía hacia Camelot;
 

o cuando la luna estaba en lo alto,
y llegaban dos amantes recién casados-
“Cansada estoy de las sombras”,
dijo la Dama de Shallot.

 
III parte
 
A tiro de arco de su alero,
cabalgaba entre los fajos de cebada,
el sol resplandecía por entre las hojas,
y llameó en las grebas de bronce
del intrépido Lancelot.
 
Un cruzado de rodillas para siempre
ante una dama en su escudo,
que resplandecía entre los dorados campos,
cercanos a la remota Shallot. 
Las engarzadas bridas brillaban libres,
como las ramificaciones estelares que vemos
suspendidas en la áurea Galaxia.
 
Alegres resonaban los cascabeles
mientras él cabalgaba hacia Camelot:
y de su ostentoso tahalí colgaba
un poderoso clarín de plata,
y al galope su armadura repicaba,
cerca de la remota Shallot.
 
Bajo el azul del despejado día
brillaba la lujosa montura de cuero,
el yelmo junto con su pluma
ardían juntos en una única llama,
mientras él cabalgaba hacia Camelot.
 
Como suele suceder en la purpúrea noche,
bajo radiantes constelaciones,
algunos meteoros, trayendo una estela de luz gravitan sobre la
apacible Shallot.
 
Su frente clara y amplia resplandecía al sol;
con cascos bruñidos pisaba su caballo;
bajo el yelmo flotaban sus rizos
negros como el carbón mientras cabalgaba,
mientras cabalgaba hacia Camelot.
 
Desde la orilla y el río
Brilló en el cristalino espejo,
“Tirra lirra”, por el río
cantaba Sir Lancelot.
 
Ella dejó el
lienzo, dejó el telar,
dio tres pasos por la habitación,
vio florecer el lirio en el agua,
vio la pluma y el yelmo,
y miró hacia Camelot.
La tela salió volando y ondeó en el vacío;
El espejo se quebró de lado a lado;
“la maldición cae sobre mí”, gritó
la Dama de Shallot.
 
IV parte

Tensos, bajo el tormentoso viento del este,
los dorados bosques empalidecían,
la corriente gemía en la ribera,
el cielo encapotado llovía fuertemente
sobre las torres de Camelot;
 
Ella descendió y halló una barca
flotando junto al tronco de un sauce,
y alrededor de la proa escribió
“La Dama de Shallot”.
 
Y en la oscura extensión río abajo
-como un audaz vidente en trance,
contemplando su infortunio-
con turbado semblante
miró hacia Camelot.
 
Y al final del día
la amarra soltó, dejándose llevar;
la corriente lejos arrastró
a la Dama de Shallot.
 
Yaciendo, vestida con níveas telas
ondeando sueltas a los lados
-cayendo sobre ella las ligeras hojas-
a través de los susurros nocturnos
navegó río abajo hacia Camelot:
Y yendo su proa a la deriva
entre campos y colinas de sauces,
oyeron cantar su última canción,
a la Dama de Shallot.
 
Escucharon una tuna, lastimera, implorante,
tanto en voz alta voz como en voz baja,
hasta que su sangre se fue helando lentamente,
y sus ojos se oscurecieron por completo,
vueltos hacia las torres de Camelot;
 
Y es que antes de que fuera llevada por la corriente
hacia la primera casa junto a la orilla,
murió cantando su canción,
la Dama de Shallot.
 
Bajo torres y balcones,
por muros de jardín y tribunas,
con brillante esbeltez pasó flotando,
entre las casas, pálida como la muerte
y silenciosa por Camelot.
 
A los muelles acudieron,
caballeros y burgueses, damas y lores,
y en torno a la proa su nombre leyeron,
La Dama de Shallot.
 
¿Quién es? ¿Y qué hace aquí?
Y junto al iluminado palacio,
cesaron los sones de vitoreo real;
 
 
y temerosos se persignaron
todos los caballeros de Camelot:
Pero Lancelot se quedó pensativo;
dijo, “Tiene un rostro hermoso;
Dios, en su bondad, la llenó de gracia,
a la Dama de Shallot”.
 
 
Sobre el Autor: Alfred Tennyson
 
 
Alfred Tennyson, (Somersby, Inglaterra, el 6 de agosto de 1809 - Sussex Occidental, Inglaterra, 6 de octubre de 1892), fue un poeta y dramaturgo inglés, uno de los más ilustres de la literatura universal, perteneciente al posromanticismo. La mayor parte de su obra está inspirada en temas mitológicos y medievales, y se caracteriza por su musicalidad y la profundidad psicológica de sus retratos.
 
El volumen Poemas de Alfred Tennyson apareció a finales del año 1832 los que comprenden su obra poética de los años 1830-1833, transcurridos principalmente en Somersby: los poemas aún reconocidos entre los más nobles e imaginativos de su obra, aunque algunos de ellos fueron posteriormente revisados, y en algunos casos reescritos. Esta fue sin duda una de las más asombrosas revelaciones de genio completo jamás producidas por un hombre tan joven. Merecen ser destacados sus poemas "La dama de Shalott", "El sueño de las mujeres bellas", "Enone", "Los lotófagos", "El palacio del arte" y "La hija del molinero", junto a otros poemas líricos, deliciosos y sublimes.
 
El año 1850 fue el año más memorable de su vida, publicó su obra magna, In Memoriam, fue proclamado poeta laureado, por la reina Victoria. En junio de 1855 fue investido Doctor en Derecho civil en Oxford, y en 1884 tomó posesión de su escaño en la Cámara de los Lores como barón Tennyson de Aldworth y Farringford, título concedido por la reina.
 
El Mundo Literario en la Pintura
 
“La Dama de Shalott” (The Lady of Shalott) es numerosas cosas a la vez: un fastuoso y bucólico poema de Lord Alfred Tennyson, una cautivadora pintura (de una serie de tres) de John William Waterhouse y una de las más preciosas obras musicales de Loreena McKennitt, quien musicalizó la obra de Lord Tennyson, registrando tal suceso en los majestuosos álbumes: The Visit, Live in Paris and Toronto y Nights from the Alhambra, donde nos ofrece una versión corta de la obra.
 
La Dama de Shalott” fue uno de los poemas más relevantes de Tennyson, y fue admirablemente recibida por los pintores prerrafaelitas, dejando constancia de ello en muchas representaciones pictóricas de la historia. Varios pintores coetáneos de Tennyson, reflejaron en sus obras pasajes de este texto; una de las más conocidas es la trilogía que pintó John William Waterhouse, trilogía que pintó en una cronología inversa.
 
Como pintor prerrafaelita, romántico y neoclásico, a Waterhouse le gustaba la temática de corte medievalista fantástico. El pintor realizó tres obras sobre el mismo tema, inspiradas en el poema La Dama de Shalott (1832) de Tennyson que comparte la misma temática artúrica: La Dama de Shallot (1888), La Dama de Shallot mirando a Lancelot (1894), y “Cansada estoy de las sombras”, dijo la Dama de Shallot (1915).
 
 
John William Waterhouse, nos permite dar una mirada al confinado universo de “La Dama de Shalot”, su pintura es nuestro espejo para conocer el recinto donde teje, observa, anhela y se lamenta… “La Dama de Shalott”.
 
Hacia el final del poema, en la IV parte, Tennyson describe la muerte de La Dama de Shallot; y son estos versos en los que John William Waterhouse se basó para pintar el lienzo La Dama de Shallot (1888). Esta obra se encuentra en la Galería Tate en Londres.
 
IV parte
 
Tensos, bajo el tormentoso viento del este,
los dorados bosques empalidecían,
la corriente gemía en la ribera,
el cielo encapotado llovía fuertemente
sobre las torres de Camelot;
Ella descendió y halló una barca
flotando junto al tronco de un sauce,
y alrededor de la proa escribió
“La Dama de Shallot”.
Y en la oscura extensión río abajo
-como un audaz vidente en trance,
contemplando su infortunio-
con turbado semblante
miró hacia Camelot.
Y al final del día
la amarra soltó, dejándose llevar;
la corriente lejos arrastró
a la Dama de Shallot.
Yaciendo, vestida con níveas telas
ondeando sueltas a los lados
-cayendo sobre ella las ligeras hojas-
a través de los susurros nocturnos
navegó río abajo hacia Camelot:
Y yendo su proa a la deriva
entre campos y colinas de sauces,
oyeron cantar su última canción,
a la Dama de Shallot.

Escucharon una tuna, lastimera, implorante,
tanto en voz alta voz como en voz baja,
hasta que su sangre se fue helando lentamente,
y sus ojos se oscurecieron por completo,
vueltos hacia las torres de Camelot;
Y es que antes de que fuera llevada por la corriente
hacia la primera casa junto a la orilla,
murió cantando su canción,
la Dama de Shallot.

 


John William Waterhouse. La Dama de Shalott (1888). Óleo sobre lienzo. Prerrafaelismo. 153 cm × 200 cm. Tate Gallery, Londres, Reino Unido

John William Waterhouse recoge en el cuadro la IV parte del poema, en la que se ve a la Dama huída en una barca, fluyendo hacia Camelot. El bosque la rodea en este lienzo, es un paisaje oscuro y tenebroso en su mayoría, a excepción de una pequeña zona en el fondo derecho, donde los árboles se abren para vislumbrar el azul del cielo descubierto; quizás, ese recoveco de luz simbolice la esperanza, las ganas de la dama de llegar a Camelot, o ya su ascensión a los cielos por su pronta muerte.

La Dama, como cuenta Tennyson en su poema, huye de la torre situada en la isla de Shallot; esa prisión está representada en la pintura (a la izquierda) por unas escaleras de piedra entre los troncos de los árboles y una parte de la torre en que la mantenían encerrada; de ahí la oscuridad del cuadro en su parte izquierda, y su claridad y luminosidad (esperanza, huída) en la zona de la derecha.

La dama de Shallot se encuentra casi en el centro del lienzo, encima de la barca que ella halló flotando junto al tronco de un sauce con el fin de escapar a Camelot. Se nos muestra una muchacha indefensa, con una simple túnica blanca. Su aspecto es el de una mujer agotada y caída a su destino, a su muerte. Su mirada está ausente, y sus brazos abandonados en señal de rendición. Quizá Waterhouse la representó cantando su última canción, de ahí que su boca esté entreabierta. Su mano derecha esta sujetando unas cadenas, puede que reflejando así que La Dama no quiere morir, se aferra a la vida o que rompe sus cadenas y va en busca de su destino. Los lienzos sobre los que la dama se asienta en la barca, son los mismos que ella había tejido con las escenas de Camelot que observaba a través de su espejo, una de ellas (a la derecha) representa a los caballeros artúricos sobre sus caballos, siendo muy posiblemente Lancelot el que aparece más cerca y detallado con una tela roja, y la otra (a la izquierda) parece escenificar el castillo de Camelot y ella misma observándolo desde la lejanía.

Otros elementos que aparecen en la barca son las tres velas y el candil. De las tres velas sólo está encendida una, aunque hay indicios de que todas habían estado encendidas (se observa la cera cayendo por ellas). La llama de aquella que está encendida parece estar movida por una pequeña ráfaga de viento, a punto de apagarse como el resto, simbolizando que la vida se apagará en unos instantes, la maldición se va a cumplir por completo. La barca tiene escrito en la proa unas letras o símbolos; la leyenda cuenta que Elaine escribió en la proa “La Dama de Shallot”, por lo que, quizás, sea eso lo que está escrito en el cuadro. Un Cristo Crucificado aparece también en la proa de la barca, junto con las tres velas, quizá simule el paso a la otra vida de la Dama de Shallot o simbolice el sufrimiento igual al que padeció Jesús en la cruz.

En 1894, Waterhouse pintó La dama de Shalott buscando a Lancelot, en el momento culminante, cuando la Dama se vuelve a mirar a Lancelot por la ventana, esta obra se encuentra en la Galería de Arte de la ciudad de Leeds.
 

Waterhouse, refiere el tema de esta composición a los versos de la III parte:


Dejó ella el lienzo, dejó el telar,
dió tres pasos en la habitación,
vió en el agua el lirio florecer,

vió el yelmo y la pluma,

miró hacia Camelot.

La tela salió volando y flotó en el vacío;
se rajó el espejo de lado a lado;
“la maldición cae sobre mí”, gritó
          la Dama de Shallot.



J. W. Waterhouse. Lady of Shalott Looking for Lancelot / La dama de Shalott buscando a Lancelot (1894). Galería de Arte de la Ciudad de Leeds.
 En el tercer canto de la balada de Tennyson, Waterhouse nos descubre la figura de Sir Lancelot, quien es avistado por la prisionera de Shalott. Ella, enamorada y ya cansada de contemplar el mundo a través del espejo, se rebela ante maleficio y asoma a la ventana, para buscar al caballero en la distancia. Las telas salen volando y flotan en el aire; mientras el espejo se raja de parte a parte, y el perverso maleficio se presta a condenar a la beldad denominada…“La Dama de Shalott”.

En esta composición, Waterhouse nos muestra una lóbrega habitación y sin apenas detalle. A la derecha, sobre el aparador, hay un pequeño icono dorado y dos velas; una de ellas acaba de apagarse. Por el espejo asoma la figura de Sir Lancelot con la lanza erguida, quien es avistado por la prisionera de Shalott,  a la izquierda del cuadro en el telar, se ve el tapiz que en la obra anterior (1888) sobresale por el costado de la barca: los motivos de los redondeles son los mismos. En el centro la Dama, fuera de sí, con ojos inquisitivos, poseída en su ánimo por impulsos que la trascienden, se rebela ante maleficio y asoma a la ventana, para buscar al caballero en la distancia. Las telas salen volando y flotan en el aire, el espejo se raja de parte a parte, y el perverso maleficio se presta a condenar a la beldad denominada…“La Dama de Shalott”.

En 1915, Waterhouse pintó “Cansada estoy de las sombras”, dijo la Dama de Shallot; Estas son las palabras que concluyen la II parte del poema y que dan nombre a esta pintura; esta obra se encuentra en la Galería de Arte de Ontario.

Ve la cercana calzada
discurriendo hacia Camelot:
ve los arremolinados torbellinos del río,
los rudos patanes pueblerinos,
y las capas rojas de las muchachas,
provenientes de Shallot.

A veces, un grupo de alegres damiselas,
un abad deambulando,
a veces, un pastorcillo con bucles en el pelo,
o un paje con melena y vestido carmesí,
van hacia las torres de Camelot;

Y a veces, a través del azul espejo
los caballeros vienen cabalgando en pares:
No tiene un caballero leal y franco,
la Dama de Shallot.

Pero aún gozando en tejer
en su lienzo las visiones del mágico espejo,
-cuando a menudo en las noches silenciosas
un funeral, con velas, penachos
y música, se dirigía hacia Camelot;

o cuando la luna estaba en lo alto,
y llegaban dos amantes recién casados-
“Cansada estoy de las sombras”,
dijo la Dama de Shallot.


J. W. Waterhouse. I am half sick of shadows, said the Lady of Shalott / Cansada estoy de las sombras, dijo la Dama de Shallot (1915). Galería de Arte de Ontario.
En esta ocasión contemplamos a la Dama en su plenitud femenina, cansada pero serena. Su habitación es cálida y agradable. La sensualidad de la figura, realzada por el efecto que su vestido rojo produce en las formas corporales, que se intensifica merced a la posición en alto de los brazos, las manos por detrás de la nuca, consigue al tiempo un efecto de tensión vertical, invitándonos a elevar nuestra mirada hacia la suya. Su desencanto se comprende al observar su mirada. Afuera aguarda la vida y ella está, sin duda, «cansada de las  sombras».

La Dama borda el tema de los amantes que pasan por el puente y los recién casados, cuyo reflejo asoma por el lado derecho del espejo. El centro general, lo integran la palanca del bastidor y una rosa. Ésta, sin embargo, sólo existe en el reflejo: la rosa del amor es sin sustancia. Por otro lado, sobre el damero del suelo, como en el lienzo anterior (1894), vemos desperdigadas las madejas del arte.

El sosiego y el colorido que caracterizan esta la última versión restan dramatismo al retrato de la Dama: si en el de 1888 todo es presentimiento de muerte, y en el de 1894 prevalece un tiempo en suspenso, el de 1915 protagoniza la escena un momento de la vida más cotidiana, donde el cansancio que lleva a la introspección, hace posible el cambio.
 
John William Waterhouse

John William Waterhouse (Roma, 6 de abril de 1849 - Londres, 10 de febrero de 1917). Pintor británico. Hijo de artistas, aprendió el oficio en el taller de pintura de su padre hasta que, en 1870, con 21 años de edad, ingresó en la Royal Academy Schools de Londres.

Sus comienzos como pintor estuvieron influidos por el neoclasicismo victoriano, dedicándose a temas de la antigüedad clásica, que se le atribuyen a sus viajes a Italia. En la fase siguiente es un pintor prerrafaelita abordando temas literarios, donde se ve una clara influencia de la mitología y literaturas griegas.

El pintor realizó tres obras sobre un mismo poema de Tennyson, La Dama de Shalott (1832), estudiando distintos momentos del poema, ahondó indudablemente en su comprensión e interpretación, legando The Lady of Shalott (1888), Lady of Shalott. Looking for Lancelot (1894), y I am half sick of shadows, said the Lady of Shalott (1915).

Waterhouse fue un pintor muy exitoso en vida, pintó cerca de 200 lienzos; su carrera artística fue patrocinada en los primeros años, por el comerciante Henry Tate, más tarde, su mecenas fue el financiero Alexander Henderson, quien le compró cuadros desde 1903 hasta su muerte en 1917. Gran parte de sus obras residen hoy en Inglaterra, sobre todo en la Tate Gallery.

Obras destacadas:
 
Sueño y su hermanastro Muerte (1874).
Oráculo (1884).
La dama de Shalott (1888).
Ulises y las sirenas (1891).
Hylas y las ninfas (1896).
Eco y Narciso (1903).
Ofelia (1910).
Tristán e Isolda (1916).

 
 

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