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martes, 15 de julio de 2014

Libros Esotéricos

El Kybalión

El Kybalión es el conjunto de principios herméticos, llamados siete principios de la verdad según el sabio Hermes Trimegisto. Dichos principios conforman la base de la filosofía hermética.

Autor: Tres Iniciados

Su autoría se atribuye a un grupo anónimo de personas autodenominadas Los Tres Iniciados, aunque las bases del hermetismo se atribuyen a un alquimista místico y deidad de algunas logias ocultistas llamado Hermes Trismegisto, cuya existencia se estima en el Egipto pre faraónico.


 
 
El Kybalión, es una compilación de doctrinas secretas llegadas a nuestros días, que se atribuyen a la obra de Hermes. Algunos estudiosos del tema señalan que gran parte de la información original se perdió y lo que queda ha sido rescatado por tradición oral, como lo conocemos hoy. Fue escrito a principios del siglo XIX por un grupo de pensadores anónimos, autodenominados Los Tres Iniciados. La teoría más popular indica el francmasón Paul Foster Case, Michael Whitty y William Walker Atkinson serían los autores. El documento llama a Hermes “el Gran Sol Central del Ocultismo” y “Dios de la Sabiduría”.
 
Es un libro sagrado y de los misterios, así mismo, orienta el quehacer humano hacía la búsqueda de la espiritualidad mediante el aprendizaje divino en lo terrenal, cuando señala que:
 
“Donde quiera que estén las huellas del Maestro allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par”.
 
“Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría”.
 
Tal aseveración guarda consonancia con el saber popular que dice: el maestro aparecerá cuando el discípulo esté preparado o receptivo a recibir las enseñanzas.
 
Los Siete Principios Herméticos
“Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente posee la clave mágica ante la cual todas las puer­tas del Templo se abrirán de par en par”. (El Kybalión).

Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes:
 
  1. El Principio del Mentalismo. El Todo es mente; el universo es mental.
  2. El Principio de Correspondencia. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.
  3. El Principio de Vibración. Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.
  4. El Principio de Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.
  5. El Principio del Ritmo. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.
  6. El Principio de Causa y Efecto. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa: todo sucede de acuerdo con Ley; el azar no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad pero nada escapa a la Ley.
  7. El Principio de Generación. La generación existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la gene­ración se manifiesta en todos los planos.

A continuación se transcribe el Capitulo 1 de la obra.

CAPÍTULO I - LA FILOSOFÍA HERMÉTICA
 
“Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender”. (El Kybalión).

Desde el antiguo Egipto han venido las enseñanzas fundamentales y secretas que tan fuertemente han influido en los sistemas filosóficos de todas las razas y de todos los pueblos, durante centurias enteras. El Egipto, la patria de las pirámides y de la Esfinge, fue la cuna de la Sabiduría Secreta y de las doctrinas místicas. Todas las naciones han sacado las suyas de sus doctrinas esotéricas, La India, Persia, Caldea, Medea, China, Japón, Asiria, la antigua Grecia y Roma, y otros no menos importantes países, se aprovecharon libremente de las doctrinas formuladas por los hierofantes y Maestros de la tierra de Isis, conocimientos que sólo eran transmitidos a los que estaban preparados para participar de lo oculto. Fue también en el antiguo Egipto donde vivieron los tan grandes adeptos y Maestros que nadie después ha sobrepasado, y que rara vez han sido igualados en las centurias que han transcurrido desde los tiempos del Gran Hermes. El Egipto fue la residencia de la Gran Logia de las fraternidades místicas. Por las puertas de su templo entraron todos los neófitos que, convertidos más tarde en Adeptos, Hierofantes y Maestros, se repartieron por todas partes, llevando consigo el precioso conocimiento que poseían y deseando hacer partícipe de él a todo aquel que estuviera preparado para recibirlo. Ningún estudiante de ocultismo puede dejar de reconocer la gran deuda que tiene contraída con aquellos venerables Maestros de Egipto. Pero entre esos grandes maestros existió uno al que los demás proclamaron «el Maestro de los Maestros». Este hombre, si es que puede llamarse «hombre» a un ser semejante, vivió en Egipto en la más remota antigüedad y fue reconocido bajo el nombre de Hermes Trismegisto. Fue el padre de la sabiduría, el fundador de la astrología, el descubridor de la alquimia. Los detalles de su vida se han perdido para la historia, debido al inmenso espacio de tiempo transcurrido desde entonces. La fecha de su nacimiento en Egipto, en su última encarnación en este planeta, no se conoce ahora, pero se ha dicho que fue contemporáneo de las más antiguas dinastías de Egipto, mucho antes de Moisés. Las autoridades en la materia lo creen contemporáneo de Abraham, y en alguna de las tradiciones judías se llega a afirmar que Abraham obtuvo muchos de los conocimientos que poseía del mismo Hermes. Después de haber transcurrido muchos años desde su muerte (la tradición afirma que vivió trescientos años), los egipcios lo deificaron e hicieron de él uno de sus dioses, bajo el nombre de Thoth. Años después los griegos hicieron también de él otro de sus dioses y lo llamaron «Hermes, el dios de la sabiduría». Tanto los griegos como los egipcios reverenciaron su memoria durante centurias enteras, denominándole el «inspirado de los dioses», y añadiéndole su antiguo nombre «Trismegisto», que significa «tres veces grande». Todos estos antiguos países lo adoraron, y su nombre era sinónimo de «fuente de sabiduría». Aun en nuestros días usamos el término «hermético» en el sentido de «secreto», «reservado», etc., y esto es debido a que los hermetistas habían siempre observado rigurosamente el secreto de sus enseñanzas. Si bien entonces no se conocía aquello de «no echar perlas a los cerdos», ellos siguieron su norma de conducta especial que les indicaba «dar leche a los niños y carne a los hombres», cuyas máximas son familiares a todos los lectores de las escrituras bíblicas, máximas que, por otra parte, habían sido ya usadas muchos siglos antes de la Era Cristiana. Y esta política de diseminar cuidadosamente la verdad ha caracterizado siempre a los hermetistas, aun en nuestros días. Las enseñanzas herméticas se encuentran en todos los países y en todas las religiones, pero nunca identificada con un país en particular ni con secta religiosa alguna. Esto es debido a la prédica que los antiguos instructores hicieron para evitar que la Doctrina Secreta se cristalizara en un credo. La sabiduría de esta medida salta a la vista de todos los estudiantes de historia. El antiguo ocultismo de la India y la Persia degeneró y se perdieron sus conocimientos, debido a que los instructores se habían convertido en sacerdotes y mezclaron la teología con la filosofía, siendo su inmediata consecuencia que perdieron toda su sabiduría, la que acabó por transformarse en una cantidad inmensa de supersticiones religiosas, cultos, credos y dioses. Lo mismo pasó con las enseñanzas herméticas de los gnósticos cristianos, enseñanzas que se perdieron por el tiempo de Constantino, quien mancilló la filosofía mezclándola con la teología, y la iglesia cristiana perdió entonces su verdadera esencia y espíritu, viéndose obligada a andar a ciegas durante varios siglos, sin que hasta ahora haya encontrado su camino, observándose actualmente que la iglesia cristiana está luchando nuevamente por aproximarse a sus antiguas enseñanzas místicas. Pero siempre han existido unas cuantas almas que han conservado viva la llama, alimentándola cuidadosamente y no permitiendo que se extinguiera su luz. Y gracias a esos firmes corazones y a esas mentes de extraordinario desarrollo tenemos aún la verdad con nosotros. Más no se encuentra en los libros. Ella ha sido transmitida del Maestro al discípulo, del iniciado al neófito, de los labios a los oídos. Si alguna vez se ha escrito algo sobre ella, su significado ha sido cuidadosamente velado con términos de astrología y alquimia, de tal manera que sólo los que poseían la clave podían leerlo correctamente. Esto se hizo necesario a fin de evitar las persecuciones de los teólogos de la Edad Media, quienes luchaban contra la Doctrina Secreta a sangre y fuego. Aun en nuestros días nos es dable encontrar algunos libros valiosos de filosofía Hermética, pero la mayor parte se ha perdido. Sin embargo, la Filosofía Hermética es la única clave maestra que puede abrir las puertas a todas las enseñanzas ocultas. En los primeros tiempos existió una compilación de ciertas doctrinas herméticas que eran las bases fundamentales de toda la Doctrina Secreta, y que habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al estudiante, compilación que fue conocida bajo el nombre de El Kybalion, cuyo exacto significado se perdió durante centenares de años. Sin embargo, algunos que han recibido sus máximas de los labios a los oídos las comprenden y las conocen. Sus preceptos no habían sido escritos nunca hasta ahora. Son, simplemente, una serie de máximas y axiomas que luego eran explicados y ampliados por los Iniciados. Estas enseñanzas constituyen realmente los principios básicos de la «alquimia hermética», la que, contrariamente a lo que se cree, está basada en el dominio de las fuerzas mentales, más bien que en el de los elementos materiales; en la transmutación de una clase de vibraciones mentales en otras, más bien que en el cambio de una clase de metal en otro. La leyenda acerca de la piedra filosofal, que convertía todos los metales en oro, era una alegoría relativa a la Filosofía Hermética, alegoría que era perfectamente comprendida por todos los discípulos del verdadero hermetismo. En esta obrita invitamos a nuestros estudiantes a examinar las enseñanzas herméticas, tal como fueron expuestas en El Kybalion, explicadas y ampliadas por nosotros, humildes estudiantes de las mismas, que si bien llevamos el título de iniciados somos, sin embargo, simples discípulos a los pies de Hermes, el Maestro. Transcribimos aquí muchas de las máximas y preceptos de El Kybalion, acompañadas por explicaciones y comentarios que creemos ayudarán a hacer más fácilmente comprensible esas enseñanzas por los hombres modernos, especialmente teniendo en cuenta que el texto original ha sido velado a propósito con términos obscuros y desconcertantes. Las máximas originales, axiomas y preceptos de El Kybalion están impresos con otro tipo de letra. Esperamos que los lectores de esta obra sacarán tanto provecho del estudio de sus páginas como lo han sacado otros que han pasado antes por el mismo sendero que conduce a la maestría desde los tiempos de Hermes Trismegisto, el Maestro de los Maestros, el Tres veces Grande, hasta ahora. Dice El Kybalion: «Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par.»
 
«Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría.» De manera que, de acuerdo con lo indicado, este libro sólo atraerá la atención de los que están preparados para recibirlo. Y recíprocamente, cuando el estudiante esté preparado para recibir la verdad, entonces este libro llegará a él. El principio hermético de causa y efecto, en su aspecto de «ley de atracción», llevará los oídos junto a los labios y el libro junto al discípulo.

Hermes Trimegisto

Fueron los griegos de la antigüedad, radicados en Egipto, quienes identificaron a uno de sus dioses, Hermes (en latín Mercurius) mensajero alado y dios de la medicina, con la deidad egipcia Dyehuty (Thoth), escriba de los dioses, intermediario de este y los hombres, e “inventor” de la escritura, la música, las matemáticas, la geometría, la astronomía; y Trismegisto palabra griega que significa “Tres Veces Grande”. Hermes Trismegisto se traduce como: Hermes Tres Veces Grande, ya que posee el don de la triple sabiduría (física, mental y espiritual).

A la identificación de Thoth y Hermes en la figura de Hermes Trismegisto ha de añadirse otra posterior, de carácter esotérico, por la cual Hermes Trismegisto es también Abraham, el patriarca hebreo. Durante la Edad Media y el Renacimiento se le asocia con la alquimia y la magia. Se le considera también autor del oscuro Libro De Enoch, germen de la Cábala judía y creador del Tarot.

Muchos afirman que Hermes Trimegisto es un símbolo o una figura mitológica; debido a la falta de evidencias contundentes sobre su existencia, el personaje histórico se ha ido construyendo mediante una recopilación exhaustiva desde la Edad Media hasta la actualidad.

El nombre de Hermes ha sido utilizado por las ciencias ocultas para significar todo aquello que no es del dominio público, todo aquello que es sagrado, privado. Se les da nombre de Herméticos a los textos que se le atribuyen a Hermes Trimegisto. Los enigmas relacionados con su actividad propiciaron el surgir de la literatura hermética sólo asequible a los iniciados en las revelaciones del dios.

Literatura Hermética

En este sentido, se puede decir, que las ciencias herméticas, esconden la tradición secreta y esotérica de la humanidad. Por ello, encontramos en forma constante que la palabra hermético, se utiliza para nombrar o identificar, todo aquello que está "cerrado para todos los que no tienen la palabra, la fórmula para abrirlo".

La línea esencial de toda la ideología hermética es la afirmación básica de un solo inmenso dios y de una sola religión raíz, científica y filosófica, a la que servían sabios moral y espiritualmente excelsos, ya que no podía encarnar tan elevada doctrina quien no estuviera dotado de verdadera experiencia espiritual. De ello se infiere que las verdades herméticas no podían transferirse integralmente más que a través de un auténtico y probado merecimiento.

Legado de Hermes Trimegisto

La obra de Hermes Trismegisto requiere atención y esfuerzo de parte del lector. Exige además, una cierta disposición espiritual. Las enseñanzas de Hermes Trismegisto se transmitieron oralmente durante miles de años. Aun hoy, muchas de ellas siguen transmitiéndose así. El lenguaje de Hermes es alegórico, por lo tanto, su comprensión resulta algo obscura.

Escribió 42 libros donde dejó plasmado su conocimiento, 17 tratados escritos en griego El Pomiandres, y uno conservado en latín llamado "Asclepios" o Esculapio. De sus legendarios millares de escritos, han llegado hasta nosotros:

Asclepio (Esculapio), es uno de los tratados del Corpus Hermeticum, obra gnóstica de los primeros siglos de nuestra era. En este tratado se anuncian ideas tan sugerentes como las de la bisexualidad de Dios, y se alude el "arte de animar estatuas".

El Poimandres, es uno de los tratados del Corpus Hermeticum, obra gnóstica de los primeros siglos de nuestra era y que ejerció una poderosa influencia en el neoplatonismo.

Quedan de estos escritos una treintena de manuscritos de copistas de los siglos XIV al XVII que constituyen lo que técnicamente se llama el "Corpus Herméticum" o Biblioteca Hermética. Los documentos más antiguos que se conocen se remontan al siglo II antes de Cristo y el cuerpo fundamental del Corpus Hermeticum fue fijado en griego aproximadamente entre los años I y III de la era cristiana.

Corpus hermeticum es una colección de 24 textos sagrados escritos en lengua griega que contienen los principales axiomas y creencias de las tendencias herméticas. En ellos se trata de temas como la naturaleza de lo divino, el surgimiento del Cosmos, la caída del Hombre del paraíso, así como las nociones de Verdad, de Bien y de Belleza.

El Kybalión, Libro clásico sobre las Enseñanzas herméticas de Hermes Trismegisto, en el cual se expresan de forma sintética las leyes del Universo.

El Libro a la Salida de la Luz del Día, también conocido como Libro de los muertos, por haberse encontrado ejemplares de él dentro del sarcófago de las momias de algunos destacados egipcios. El texto consistía en una serie de sortilegios mágicos destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat, el inframundo, y viajar al Aaru, en la otra vida.

Tabla de esmeralda, Esta obra, ha sido considerada como la llave de la sabiduría y el ocultismo, ya que según los estudiosos del ocultismo, encierra los secretos de la "Piedra Filosofal" o secreto del "elixir de larga vida". Es el texto esotérico más antiguo conocido, grabado sobre una losa de esmeralda virgen y que fue considerado por los alquimistas, el libro fundacional de la alquimia, fue traducido del árabe al latín en 1250, y posteriormente del latín al inglés por Isaac Newton. Su importancia expresa la trinidad que rige la naturaleza entera: la tesis, la antítesis y la síntesis de la filosofía.

Libros de Toth-Hermes, La creación de este manuscrito se remonta a la antigua cultura egipcia, algunos afirman que es incluso previo a esta, se dice que fue obra de Toth, Dios de la sabiduría que gobernó sobre todos los dioses egipcios e inventó la escritura (se representa con una pluma en la mano y una paleta-tintero). En este libro Thot plasmó todos sus conocimientos, fórmulas mágicas para poder hablar con los animales, resucitar a los muertos, controlar los fenómenos de la naturaleza y, en general, todo aquél que lo poseyese tendría un poder ilimitado. Algunos estudiosos afirman que el saber guardado en sus páginas ha llegado hasta nuestros días en lo que se conoce como el Tarot.

Galería de Imágenes
 
Hermes Trismegisto
 
Hermes Trismegisto (Mosaico de la Catedral de Siena)
 

Iconografía
Dyehuty (Thoth)
Dyehuty (Thoth)
Hombre con cabeza de ibis, una pluma y la tablilla de escriba celestial para anotar los pensamientos, palabras y actos de los hombres y pesarlos en su balanza. También fue representado como babuino.

Dyehuty está considerado dios de la sabiduría y tenía autoridad sobre todos los dioses. También fue el inventor de la escritura, patrón de los escribas, de las artes y las ciencias. Como dios de la escritura, era el inventor de todas las palabras, del lenguaje articulado.

Dyehuty desempeña el oficio de escribano sagrado, ya que documenta los hechos en la sala de las Dos Verdades. Es el registrador y el juez. En el panteón egipcio asistía al pesaje de las «almas» en una balanza, el juicio de Osiris.

Juicio de Osiris Papiro de Hunefer (ca. 1275 a. C.). 
 
El Juicio de Osiris representado en el Papiro de Hunefer (ca. 1275 a. C.).  Anubis, con cabeza de chacal, pesa el corazón del escriba Hunefer contra la pluma de la verdad en la balanza de Maat. Thot, con cabeza de ibis, anota el resultado. Si su corazón es más ligero que la pluma, a Hunefer se le permite pasar a la otra vida. Si no es así, es devorado por la expectante criatura quimérica Ammyt, compuesta por partes de cocodrilo, león e hipopótamo.